Aquella niña atesoraba su nobleza,
la disfrutaba, la vivía, la regalaba.
Siempre firme, de rodillas mirando directo al sol.
La gente iba y venía a su alrededor,
golpeaban su hombro al pasar,
y ella?
ella sólo lanzaba miradas de frustración en silencio,
filtraba el rencor y entregaba la pureza de su amor.
Pero y el vacío?... la luz del sol no lo llenaba,
y las heridas en sus rodillas las palabras no las sanaban,
ninguna mano se extendia a levantarla.
-¡De pie!- le gritó aquella mujer enfurecida,
-¡De pie que aqui no perteneces!,
-¡De pie! que cada día las nubes te aclaman con mayor intensidad.
No existe la recompensa al autosacrificio,
pero si la busqueda de la felicidad
asi que emprende tu camino y reclama tu lugar.
T FROM TIGER.